Mario oye el despertador. Mario se levanta, se levanta. Mario camina hacia el baño. Grifo, jabón, toalla. Mario se asea, sí, Mario se lava la cara y se ve en el espejo con mirada perdida.
Todos los días Mario camina a la cocina. Busca. Taza, leche, café, galletas. No hay galletas, las galletas no están. Mario sabe donde están las galletas, pero allí no hay galletas. Mario se pone nervioso. Mario golpea la taza, cae al suelo y se rompe estrepitosamente. Mario llora. Angustia. Mario oye pasos. Uno, y otro, y otro más.
La puerta se abre, Mario lo oye. Mario ve una señora. Señora buena, agradable, señora siempre cuida a Mario. Mario la reconoce. Mamá...
Mamá abraza a Mario, le seca las lágrimas. Mamá saca galletas de un sitio donde no están normalmente. Mario tranquilo. Taza, leche, café, galletas....desayuno. Mario desayuna. Tele encendida. Mario no la mira. Mario nunca mira.
Mario camina al armario, lo abre, primero una puerta, después la otra. Mario mira dentro. Primer cajón, calzoncillos. Segundo cajón, calcetines. Mira a la izquierda, pantalones colgados. Mario abre otro armario. Camisetas y jerseys.
Todo en su sitio, todo bien. Mario está bien.Mario se viste. Calcetín derecho. Calcetín izquierdo. Calzoncillos. Camiseta, pantalón y jersey. Mario vestido. Mario siempre se viste así, todos los días. Mario vestido, Mario tranquilo...
Yo soy Mario, y si hablase tal vez os diría que soy autista. Si supiera que lo soy
lunes, 12 de mayo de 2008
Cartas desde el psiquiátrico (I)
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quizás un escritor sepa en su alma que es lo que lleva dentro, que es lo que siente, lo que imagina. Por ello, nos vemos reflejados en cada personaje que encarna nuestra pluma.
ResponderEliminarGracias por regalarnos tu relato.me encantó.