Se encontraban allí sentados con la mirada perdida, en silencio. Aunque estaban juntos parecía que cada uno se encontrase en su propia realidad, ambas paralelas, emplazadas en el mismo espacio y tiempo, pero sin llegar a rozarse la una con la otra en ningún caso.
En un momento dado, el mayor de ellos miró al otro sin que él lo percibiera. Aquel muchacho tenía algo especial. Se podía notar en su mirada el brillo audaz del que era diametralmente opuesto al resto de personas, pero parecía que a él ni siquiera le interesara llegar a descubrirlo. La extraña apatía del que tiene una virtud que jamás ha deseado, que nunca ha pedido:
- ¿Qué sabes del destino?
El joven se sorprendió. No esperaba que él le hablase, y mucho menos una pregunta como esa.
- Supongo que lo que todo el mundo.- contestó indeciso - Que una fuerza superior controla el devenir de los acontecimientos y predetermina lo que va a ocurrirnos.
El hombre de pelo cano se le quedó mirando con un deje de reprobación que no duró demasiado. Al fin y al cabo, se suponía que él era el encargado de enseñarle este tipo de cosas.
- Dimitri, amigo mío, recuerda esto siempre... Nuestro futuro está por escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario