sábado, 18 de febrero de 2012
Idiomas
Tú hablas castellano, inglés, francés, alemán y chino. Yo hablo claro.
Dimitri Ryznard.
Fotografía: Google
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viernes, 17 de febrero de 2012
Grandes figuras
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miércoles, 15 de febrero de 2012
Transformaciones
Los hubo a miles que no creyeron al escultor, que sólo veían un enorme y tosco bloque de mármol de afiladas aristas, porque no miraban a través de sus ojos. Los hubo a miles que infravaloraron su trabajo extenuante, dándolo por tiempo y esfuerzo perdidos, como un vacío en su vida. Los mismos que, tras levantarse la tela que cubría la obra, no pudieron dar crédito al ver la transformación.
Ese día fue, sin duda, el que menos importancia tuvo para el escultor y, sin embargo fue en el que se demostró que, antes que cualquier otro, él había visto la que la transformación era posible. Contra la opinión adversa del resto trabajó duramente, como si de una batalla contra la piedra se tratase hasta conseguir el resultado que anhelaba.
La verdadera recompensa no fue el reconocimiento, sino la transformación. Y el saber que él estaba en lo cierto cuando, antes de que todos los demás creyeran en lo que hacía, él se vio capaz de realizar ese cambio.
Dimitri Ryznard.
Fotografía: El David de Miguel Ángel. Google.
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domingo, 12 de febrero de 2012
Vuelos 'fantasma'
Yo he volado del aeropuerto de Castellón al de León, con escala en el de Ciudad Real. En un vuelo de Air Madrid contratado con Viajes Marsans. Lo juro.
Dimitri Ryznard.
Fotografía: Google (Disculpen el product placement de las marcas comerciales de la aerolínea y agencia de viajes que aparecen en la fotografía. Al autor de este blog no le despiertan ninguna simpatía).
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sábado, 11 de febrero de 2012
Competición
Hoy puedo decir a todos esos estúpidos vencedores que abandono, con más orgullo y dignidad que ellos, la estéril lucha del demostrar. Porque la única competición importante es contra el espejo.
Dimitri Ryznard.
Fotografia: Google.
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viernes, 10 de febrero de 2012
Ejército
Sólo soy una hormiguita. Pequeña, imperceptible, insignificante, pero incansable, tenaz, persistente y con tesón. Con un ejército de iguales.
Dimitri Ryznard.
Fotografía: Google
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jueves, 9 de febrero de 2012
Fuego
Hasta el incendio más virulento y desproporcionado comienza con una ínfima, leve y casi imperceptible chispa.
Dimitri Ryznard.
Fotografía: Google
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miércoles, 8 de febrero de 2012
Arma de construcción masiva
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Cascos
Ahora sé por qué los llaman cascos. Protegen tu cabeza de las palabras envenenadas, de las necias y de las estupideces que muchas veces nos vemos obligados a soportar. Tú sólo pulsa el play y siéntelo, amigo.
Dimitri Ryznard.
Fotografía: Google
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martes, 7 de febrero de 2012
Hambre
Lo importante no es tener un plato sobre la mesa, es tener con qué llenarlo.
Dimitri Ryznard.
Fotografía: Alba Cerro Oca.
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lunes, 6 de febrero de 2012
Resistencia
Quizá por mi tendencia a fijarme en la cara b del mundo, en lo que no interesa a nadie, conozco más indigentes que la mayoría de la gente. Abdul, quisiera pintarte cielos azules como el de hoy, pero más cálidos. Resiste.
Dimitri Ryznard.
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domingo, 5 de febrero de 2012
Ojos azules
Porque eres ese millón de ojos azules que me tienen enamorado de por vida.
Dimitri Ryznard.
Fotografía: Cortesía de mi hermanito el Peluka.
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jueves, 2 de febrero de 2012
Poder
Mientras el Poder sea ostentado por cualquiera que no sea un Diógenes. Mientras el Poder no esté en manos de los que saben lo que es sufrir, mientras siga siendo un fin en si mismo y no un medio, no para enriqucerse y favorecer intereses elitistas, sino un medio para transformar la sociedad en un ecosistema con cabida para todos, cualquier lucha contra el Poder fue, es y será legítima. Mientras, sólo descansaremos cuando nos matéis, y os aseguro que podréis matarme a mí, pero no podréis matarnos a todos.
Dimitri Ryznard
lunes, 30 de enero de 2012
Papiroflexia
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domingo, 29 de enero de 2012
Deportes and six millions ways to die
sábado, 28 de enero de 2012
El monstruo de las galletas
Te voy a dar una galleta que vas a tener que pedirte un vaso de leche para asimilarla.
Dimitri Ryznard.
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Felicidad y otras victorias
viernes, 27 de enero de 2012
Otoños personales
Yo no sé dónde va el viento cuando se lleva las hojas.
Al final cogemos polvo envueltos en papel burbuja.
Porque un 'necesito tiempo' nunca es un hasta luego,
es un adiós encubierto tras la cobardía del ego.
Dimitri Ryznard.
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Vicio
Y me dejaste como quien deja un vicio, sin querer volver a verme pero buscándome de vez en cuando. Lástima que a estas alturas tu camello ya esté fuera del negocio...
Dimitri Ryznard
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Reflejos
Hasta los espejos más fieles y nítidos te devuelven las imágenes que les prestas del revés.
Dimitri Ryznard.
Modelo: Lilyth Knox | www.lilythknox.com
Make up:Lilyth Knox
Fotógrafía: Ruben Hood
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Cosméticos
Cariño, necesitas mascarilla en el alma, no en la cara y el pelo.
Dimitri Ryznard
Fotografía: Megan Fox, para muchas publicaciones la mujer más sexy del mundo.
Autor: Joe Scarcini para GETTY
[Si la persona o entidad propietaria de los derechos de esta imagen tuviera algún problema con su difusión en este blog, sin ánimo de lucro, que lo ponga mediante comentario en esta publicación antes de denunciarlo y gustosamente será retirada. Muchas gracias.
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jueves, 26 de enero de 2012
Conformismo
Cuando el pueblo se conforma el abuso se confirma.
NO NOS CONFORMEMOS, NUNCA.
Dimitri Ryznard
Fotografía: Idymedia.
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jueves, 19 de enero de 2012
Colores
Los números de mi cuenta son rojos y mi futuro pinta negro, pero tengo un cuaderno en blanco y un bolígrafo verde esperanza.
Dimitri Ryznard.
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sábado, 14 de enero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
La fábula de la hormiga y el tanque
Mentiría si dijera que mi memoria no se ha visto gravemente mermada a lo largo de mi vida por el alcohol y las drogas, pero de mi infancia guardo algunos recuerdos imborrables. Nací en Podgorze, un suburbio al sur de Cracovia. Nosotros no habitábamos el extrarradio, vivíamos en la periferia de la periferia.
Aún resonaban las explosiones de la munición pesada y el paso lento y firme de los blindados en la mente de los mayores, aunque de aquello sólo quedasen los agujeros en las paredes que, como cicatrices de un país que se desangraba bajo un comunismo muy poco dado al reparto de lo común, nos recordaban a todos cómo la Alemania Nazi y la Unión Soviética se nos repartieron bajo cuerda con una excusa tan burda como la ciudad de Danzig.
Entre eslavos, escandinavos y bálticos, sin saber muy bien qué éramos, los polacos crecimos durante algunas generaciones con un sentimiento existencial un tanto apátrida. Hungría tuvo a Puskas, Yugoslavia a Pétrovic y nosotros tuvimos mineros y obreros de la industria pesada. Esos eran nuestros héroes. Bueno, a la larga tuvimos un Pontífice católico polaco. Menudo reparto.
Vivíamos en uno de los puntos más calientes de toda la puta Guerra Fría, pero los niños no percibíamos eso hasta que, a la fuerza, nos hacíamos adultos antes de tiempo. Guardo buenos recuerdos de mi infancia. Os engañaría si dijera que recuerdo más los malos, aunque también los hubo a raudales.
El concepto del núcleo familiar siempre ha sido muy importante en la cultura de nuestro pueblo. Vivíamos todos en la casa que compraron mis abuelos cuando yo aún ni siquiera formaba parte de los planes de mis padres. Mi abuela falleció seis inviernos atrás. Ese año se congelaron hasta las calderas del infierno, y la pobre dijo basta.
De mi abuelo qué decir. La demencia se había apoderado de él hacía un tiempo. Parte por la muerte de la mujer de su vida y una parte aún mayor por un alcoholismo desaforado que desarrolló desde la infancia. Por otra parte es comprensible, en invierno el agua se congela en Polonia y el vodka es mucho más barato. Nunca fuimos precisamente sobrados de dinero.
Sobre nosotros, mi hermano y yo, tampoco hay demasiado que contar acerca de esos años. El suelo de la calle en la que crecimos no raspaba la piel de las rodillas, abrasaba el alma. Los paisajes decrépitos no están diseñados para los corazones alegres, o quizá siempre fue al contrario. Aprendimos rápido y mal, muy mal. En la jungla no te queda más remedio que ser una fiera, y nosotros éramos una manada de hienas: mentirosos, tramposos, ventajistas y crueles.
Con quince años era un matón. Pisoteaba y masacraba a aquellos más pequeños y más débiles que yo para conseguir lo que quería. Dinero, ropa, zapatillas, un balón de fútbol. Aquello resultaba aún más descarnado en un país en el que se malvivía con cartillas de racionamiento, cupones canjeables y contrabando. Comencé a criar fama, para bien y para mal. No hubiera sido muy complicado que hubiera terminado haciendo carrera en el crimen organizado, lo único que había organizado en mi país en aquella época.
Hasta los oídos de mi abuelo, que de vez en cuando aún encontraba momentos de lucidez rebuscando en el trastero de su mente, llegaron mis andanzas. Ciertamente, no puedo decir que se alegrase por mí. A lo largo de su vida, su integridad fue lo único más rígido que su tozudez.
Como dije antes, mi memoria se encuentra muy mermada a estas alturas, pero siempre recordaré un día en concreto. Volvía de la calle y mi abuelo había podido ver por la ventana como le pegaba una paliza a un niño más pequeño y más débil que yo. Reconocí al instante en su cara su gesto de desaprobación y en su mirada uno de esos momentos de lucidez demoledora. Lejos de abroncarme con malos modos me pidió con serenidad que me sentase a su lado:
- Dimitri, pequeño. ¿Conoces la fábula de la hormiga y el tanque?
¿La fábula de la hormiga y el tanque? De hormigas sabía algo, en los veinte días de verano que tiene Polonia me dedicaba a quemarlas con una lupa al sol. Los tanques sólo los había visto en los grandilocuentes desfiles militares. Empecé a intuir que tal vez ese momento de lucidez no fuera tan lúcido como yo pensaba cuando mi abuelo interrumpió mis pensamientos con su historia:
- Debes tener en cuenta siempre que, en proporción, una hormiga es muchísimo más fuerte que un ser humano. Puedes pisotearlas porque la diferencia de tamaño entre ellas y tú hace que esa proporción de fuerza sea inútil a la hora de defenderse. Ahora bien, imagina por un momento que una hormiga encabronada del tamaño de un carro acorazado quisiera tomar represalias.
- No termino de entender lo que quieres decir, abuelo.
- Lo que quiero decir, Dimitri, es que en esta vida nada es gratis, así que piensa muy bien a quien vas a joder. Llámalo como quieras, pero el tiempo, el karma o la justicia poética son esa hormiga blindada que tarde o temprano vendrá a pedir explicaciones. Y en ese momento, lo mejor es tener que rendir cuentas por lo mínimo que te sea posible.
Dimitri Ryznard.
sábado, 7 de enero de 2012
miércoles, 4 de enero de 2012
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