Aún recordaba la primera vez que entró a un casino, su padre le llevó a uno clandestino cuando aún no sabía ni contar. No fue capaz de comprender lo que estaba ocurriendo dentro de aquella sala. Para él, todo era un desfile de colores, luces brillantes, sonidos estridentes y murmullos demasiado altos en volumen y distancia al suelo, pues aún no contaba con la talla suficiente para ver lo que ocurría encima de las mesas.
Con el tiempo, además de números y letras, aprendió a tomar el pulso a las situaciones. Dicen que los niños saben qué es una mentira simplemente por la entonación del que la escupe, y él había escuchado demasiados faroles antes de comprender el significado de las palabras.
Era capaz de intuir la mano de cada jugador en una partida de cartas sin importar el juego. Póker abierto, cerrado, Black Jack.. Nada que implicase una baraja tenía secretos para él.
Empezó contando cartas, pero ya ni siquiera le resultaba necesario. De manera inconsciente su mente comenzó a realizar los cálculos. Llegó un momento en el que dejó de hacerlo, empezó a saber quien mentía y quien no sólo con escuchar su voz.
Algunos, tras perder hasta la camisa en una timba ilegal, aseguraron enrabietados que la diosa Fortuna estaba extrañamente seducida por él. Como presa de un enamoramiento irracional y entregado que le hacía ganar la mano justo en el momento que más dinero había sobre el tapete.Todos se equivocaban, en aquella relación no existía un ápice de amor. Sodomizaba a la suerte de manera tan brutal que el resto de pardillos que se sentaban en la mesa incluso pensaban que tenían alguna posibilidad de ganar.
Pero sus recuerdos se desvanecieron en el mismo momento que vio acercarse al que rápidamente identificó como el responsable de seguridad del casino. Acababa de llevarse de encima del tapete más de un millón de euros en fichas gracias a una mano tan inverosímil como fulminante, y era evidente que iban a cerrar aquella mesa en ese mismo instante.
El croupier temblaba de tal manera que incluso llegó a darle lástima. Las manos le sudaban más que en una sauna y, emitiendo un sonido no muy distante de un tartamudeo, balbuceó:
- Parece que está en racha, la suerte está de su parte hoy.
Le miró de forma compasiva antes de esbozar una sonrisa tan cínica como molesta. El responsable de seguridad y su traje italiano de 1.500 euros querían hablar con él. Pero aún tuvo un instante para mirar de manera burlona al croupier y contestarle:
- Es curioso, todos los de su profesión lo atribuyen a la suerte. Ninguno ha pensado nunca que sea una cuestión de talento.
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Pic: La Diosa Fortuna - Cortesía de Bel Photography
A menudo la envidia no nos deja apreciar el talento de los demás.
ResponderEliminarHe pensado en esta peli: "El rey del juego" (The Cincinnati Kid) http://www.imdb.com/title/tt0059037/
Bienvenido otra vez, dimitri.