martes, 12 de mayo de 2015

By my own



No necesito hacer nada para significarme en este mundo. No tengo que tener un hijo, plantar un árbol o escribir un libro. Quien pretenda juzgarme por lo que haga o lo que deje tras de mí, no podrá hacerlo. O peor aún, calificará mi vida como nimia, carente de importancia.

Estúpidos, como si acaso tuviera que contraer compromisos con un mundo al que le doy igual. Basta con limitarme a verlo pasar como él me ve pasar a mí. Mi única obligación es existir. Ni siquiera tengo que intentar ser feliz si no quiero.

Me da igual, en serio. No me importa que me miren creyendo que su vida es más importante que la mía por la cantidad de obligaciones que han aceptado, asumiéndolas como normales. Como si el hecho de tener responsabilidades, de que haya cosas que dependan de ellos, vaya a hacer que la parca les de una prórroga que a mí vaya a negarme.

Como sí no supiera de sobra que esa furia solo viene provocada porque yo soy capaz de hacer algo que ellos no: desafiar lo que de mí se espera y aceptar que soy el único que puede juzgarme. Sí, yo. Ni siquiera Dios. Y eso les corroe y les asusta a partes iguales.


Dimitri Ryznard

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